domingo, 8 de noviembre de 2009

el agua en africa


El Agua en Africa
Enviado el jueves, 26 de julio de 2007 13:12


Los problemas derivados de la gestión del agua son particularmente agudos en el continente africano. La carencia de agua potable es responsable de graves problemas de salud en la población general y principal causa directa de la elevada mortalidad infantil en la región. La falta de infraestructuras, la dispersión de los recursos y el hecho de que la mayor parte de la población se asiente en pequeños núcleos rurales sobre una gran extensión territorial, dificulta de forma extrema la solución al problema de falta de agua potable. Las deficiente gestión de las aguas residuales, la utilización de aguas subterráneas de baja calidad o la contaminación favorecida por el escaso control administrativo, son dificultades añadidas y a veces importadas. Los conflictos políticos son causa y consecuencia de todo lo anterior y contribuyen a enquistar el problema y a perpetuar el subdesarrollo.



[Roberto Rosal. Grupo de Ingeniería Química. Universidad de Alcalá]

Unos 300 millones de africanos carecen de acceso a agua potable y al menos catorce países del continente sufren un déficit permanente de agua. De los cincuenta y cinco países cuyo consumo de agua potable por persona y día está por debajo del mínimo de cincuenta litros establecido por la Organización Mundial de la Salud, treinta y cinco de ellos están en África. Según la OMS, en un momento cualquiera, dos de cada mil personas - tres cuartas partes de ellas, menores de cinco años - sufren algún tipo de enfermedad relacionada con el consumo de agua contaminada o de mala calidad y la mitad de los africanos sufrirá en algún momento de su vida problemas de salud por esta causa. La diarrea es la consecuencia habitual del consumo de agua no potable y es una de las principales causas de mortalidad infantil al provocar deshidratación y acentuar las consecuencias de una mala nutrición crónica. Este escenario, sumado a la aparición de infecciones oportunistas, está detrás de más de las escandalosas cifras de mortalidad infantil registradas en muchos países en desarrollo. Para hacerse una idea de la magnitud del problema basta indicar que en Etiopía la mortalidad infantil (menores de cinco años) es del 16.4% (Fuente UNICEF datos de 2004, www.unicef.org/spanish/infobycountry/ethiopia_12162.html).



Esta situación no solo afecta muy negativamente al desarrollo educativo y a la salud de la población infantil, sino que provoca cuantiosas pérdidas económicas como consecuencia de la pérdida de capacidad productiva de los adultos y, a la larga, condena a los países que la sufren a permanecer en el subdesarrollo económico. La Comunidad Internacional ha intentado abordar este problema en la Cumbre Mundial sobre el Desarrollo Sostenible de Johannesburgo (2002) cuyo primer objetivo fue reducir a la mitad el número de personas sin acceso a agua potable y a unas condiciones higiénicas básicas al final del decenio 2005-2015 (http://www.un.org/spanish/conferences/wssd).



La gran dispersión de los recursos hídricos es una característica específica y evidente del continente africano. Mientras algunos países cuentan con un aporte hídrico relativamente estable, otros, como la zona desértica de Namibia y la costa del Cuerno de África, son fuertemente deficitarios. La mayoría de los países, sin embargo, se encuentran entre estos dos extremos y su principal problema es la falta de recursos para el desarrollo de infraestructuras con las que afrontar las sequías periódicas y distribuir agua a todos los núcleos de una población esencialmente rural y muy dispersa. Las cifras apoyan claramente este análisis y únicamente un 4% de los cuatro billones de metros cúbicos disponibles anualmente se utilizan efectivamente para consumo humano. Las ayuda en el desarrollo de infraestructuras básicas de conducción y saneamiento es, de hecho, una de las ocupaciones básicas de muchas ONG que operan en el continente. Véase, por ejemplo, el proyecto de la misión salesiana de Zway en Agenzia Fides - Agenzia della Congregazione per l'Evangelizzazione dei Popoli o las actividades de Oxfam Internacional en Oxfam International - Agua para todos en Etiopía.



Una consecuencia directa de la escasez de infraestructuras de captación de agua superficial es que tres de cada cuatro africanos utilizan agua subterránea como fuente básica de agua potable a pesar de que ésta no supone más de un 15% del total de los recursos hídricos aprovechables. Por otro lado la calidad de las aguas subterráneas es muy variable. En los países subsaharianos contienen con frecuencia arsénico y fluoruros, siendo este último un problema especialmente grave en los países que se disponen a lo largo de la falla del Rift. En ciertas zonas de Tanzania, Uganda, Etiopía o Kenia, son frecuentes aguas subterráneas con más de 20 ppm (mg/L) de fluoruro, cuando la OMS recomienda evitar exposiciones crónicas superiores a 1.5 ppm (WHO guideline value for fluoride in water) con el fin de evitar la aparición de fluorosis (www.who.int/water_sanitation_health/diseases/fluorosis/en/).



A pesar de tratarse de un continente escasamente industrializado, otro de los grandes problemas relacionados con la gestión del agua es la contaminación favorecida por la escasa capacidad correctiva de las administraciones locales. En los países más desarrollados, como Sudáfrica, es frecuente la contaminación por residuos industriales y agrícolas tales como metales, pesticidas o fertilizantes; pero el principal problema lo constituye la falta de depuración de las aguas residuales urbanas, en países caracterizados por el desarrollo caótico de los barrios marginales de las grandes ciudades. Los problemas resultantes, por ejemplo, la aparición de brotes de cólera y tifus y la gastroenteritis endémica son una de las principales causas de mortalidad infantil en las zonas más pobladas del continente (www.redcross.org/news/in/health/010312cholera.html).



Las empresas occidentales no son ajenas a esta situación. Según la Asociación Etíope de Productores y Exportadores Hortícolas, treinta y dos compañías extranjeras operan en el sector de la producción de flores ornamentales, obviamente para exportación. Los ingresos procedentes de esta nueva industria suponen en Etiopía un 10% de los del café, la industria nacional por excelencia, y un volumen del empleo del que el país no puede prescindir. La foto muestra el canal del desagüe al lago Zway de las instalaciones de la multinacional holandesa Sher, la mayor productora de flores de África y que opera alquilando sus instalaciones a productores locales (Ethio Rose, Zway Rose, Meskel Flower y otros).

Teresa de Calcuta



“De sangre soy albanesa. De ciudadanía, India. En lo referente a la fe, soy una monja Católica. Por mi vocación, pertenezco al mundo. En lo que se refiere a mi corazón, pertenezco totalmente al Corazón de Jesús”. De pequeña estatura, firme como una roca en su fe, a Madre Teresa de Calcuta le fue confiada la misión de proclamar la sed de amor de Dios por la humanidad, especialmente por los más pobres entre los pobres. “Dios ama todavía al mundo y nos envía a ti y a mi para que seamos su amor y su compasión por los pobres”. Fue un alma llena de la luz de Cristo, inflamada de amor por Él y ardiendo con un único deseo: “saciar su sed de amor y de almas” .
Esta mensajera luminosa del amor de Dios nació el 26 de agosto de 1910 en Skopje, una ciudad situada en el cruce de la historia de los Balcanes. Era la menor de los hijos de Nikola y Drane Bojaxhiu, recibió en el bautismo el nombre de Gonxha Agnes, hizo su Primera Comunión a la edad de cinco años y medio y recibió la Confirmación en noviembre de 1916. Desde el día de su Primera Comunión, llevaba en su interior el amor por las almas. La repentina muerte de su padre, cuando Gonxha tenía unos ocho años de edad, dejó a la familia en una gran estrechez financiera. Drane crió a sus hijos con firmeza y amor, influyendo grandemente en el carácter y la vocación de si hija. En su formación religiosa, Gonxha fue asistida además por la vibrante Parroquia Jesuita del Sagrado Corazón, en la que ella estaba muy integrada.
Cuando tenía dieciocho años, animada por el deseo de hacerse misionera, Gonxha dejó su casa en septiembre de 1928 para ingresar en el Instituto de la Bienaventurada Virgen María, conocido como Hermanas de Loreto, en Irlanda. Allí recibió el nombre de Hermana María Teresa (por Santa Teresa de Lisieux). En el mes de diciembre inició su viaje hacia India, llegando a Calcuta el 6 de enero de 1929. Después de profesar sus primeros votos en mayo de 1931, la Hermana Teresa fue destinada a la comunidad de Loreto Entally en Calcuta, donde enseñó en la Escuela para chicas St. Mary. El 24 de mayo de 1937, la Hermana Teresa hizo su profesión perpétua convirtiéndose entonces, como ella misma dijo, en “esposa de Jesús” para “toda la eternidad”. Desde ese momento se la llamó Madre Teresa. Continuó a enseñar en St. Mary convirtiéndose en directora del centro en 1944. Al ser una persona de profunda oración y de arraigado amor por sus hermanas religiosas y por sus estudiantes, los veinte años que Madre Teresa transcurrió en Loreto estuvieron impregnados de profunda alegría. Caracterizada por su caridad, altruismo y coraje, por su capacidad para el trabajo duro y por un talento natural de organizadora, vivió su consagración a Jesús entre sus compañeras con fidelidad y alegría.
El 10 de septiembre de 1946, durante un viaje de Calcuta a Darjeeling para realizar su retiro anual, Madre Teresa recibió su “inspiración,” su “llamada dentro de la llamada”. Ese día, de una manera que nunca explicaría, la sed de amor y de almas se apoderó de su corazón y el deseo de saciar la sed de Jesús se convirtió en la fuerza motriz de toda su vida. Durante las sucesivas semanas y meses, mediante locuciones interiores y visiones, Jesús le reveló el deseo de su corazón de encontrar “víctimas de amor” que “irradiasen a las almas su amor”. “Ven y sé mi luz”, Jesús le suplicó. “No puedo ir solo”. Le reveló su dolor por el olvido de los pobres, su pena por la ignorancia que tenían de Él y el deseo de ser amado por ellos. Le pidió a Madre Teresa que fundase una congregación religiosa, Misioneras de la Caridad, dedicadas al servicio de los más pobres entre los pobres. Pasaron casi dos años de pruebas y discernimiento antes de que Madre Teresa recibiese el permiso para comenzar. El 17 de agosto de 1948 se vistió por primera vez con el sari blanco orlado de azul y atravesó las puertas de su amado convento de Loreto para entrar en el mundo de los pobres.
Después de un breve curso con las Hermanas Médicas Misioneras en Patna, Madre Teresa volvió a Calcuta donde encontró alojamiento temporal con las Hermanitas de los Pobres. El 21 de diciembre va por vez primera a los barrios pobres. Visitó a las familias, lavó las heridas de algunos niños, se ocupó de un anciano enfermo que estaba extendido en la calle y cuidó a una mujer que se estaba muriendo de hambre y de tuberculosis. Comenzaba cada día entrando en comunión con Jesús en la Eucaristía y salía de casa, con el rosario en la mano, para encontrar y servir a Jesús en “los no deseados, los no amados, aquellos de los que nadie se ocupaba”. Después de algunos meses comenzaron a unirse a ella, una a una, sus antiguas alumnas.
El 7 de octubre de 1950 fue establecida oficialmente en la Archidiócesis de Calcuta la nueva congregación de las Misioneras de la Caridad. Al inicio de los años sesenta, Madre Teresa comenzó a enviar a sus Hermanas a otras partes de India. El Decreto de Alabanza, concedido por el Papa Pablo VI a la Congregación en febrero de 1965, animó a Madre Teresa a abrir una casa en Venezuela. Ésta fue seguida rápidamente por las fundaciones de Roma, Tanzania y, sucesivamente, en todos los continentes. Comenzando en 1980 y continuando durante la década de los años noventa, Madre Teresa abrió casas en casi todos los países comunistas, incluyendo la antigua Unión Soviética, Albania y Cuba.
Para mejor responder a las necesidades físicas y espirituales de los pobres, Madre Teresa fundó los Hermanos Misioneros de la Caridad en 1963, en 1976 la rama contemplativa de las Hermanas, en 1979 los Hermanos Contemplativos y en 1984 los Padres Misioneros de la Caridad. Sin embargo, su inspiración no se limitò solamente a aquellos que sentían la vocación a la vida religiosa. Creó los Colaboradores de Madre Teresa y los Colaboradores Enfermos y Sufrientes, personas de distintas creencias y nacionalidades con los cuales compartió su espíritu de oración, sencillez, sacrificio y su apostolado basado en humildes obras de amor. Este espíritu inspiró posteriormente a los Misioneros de la Caridad Laicos. En respuesta a las peticiones de muchos sacerdotes, Madre Teresa inició también en 1981 el Movimiento Sacerdotal Corpus Christi como un“pequeño camino de santidad” para aquellos sacerdotes que deseasen compartir su carisma y espíritu.
Durante estos años de rápido desarrollo, el mundo comenzó a fijarse en Madre Teresa y en la obra que ella había iniciado. Numerosos premios, comenzando por el Premio Indio Padmashri en 1962 y de modo mucho más notorio el Premio Nobel de la Paz en 1979, hicieron honra a su obra. Al mismo tiempo, los medios de comunicación comenzaron a seguir sus actividades con un interés cada vez mayor. Ella recibió, tanto los premios como la creciente atención “para gloria de Dios y en nombre de los pobres”.
Toda la vida y el trabajo de Madre Teresa fue un testimonio de la alegría de amar, de la grandeza y de la dignidad de cada persona humana, del valor de las cosas pequeñas hechas con fidelidad y amor, y del valor incomparable de la amistad con Dios. Pero, existía otro lado heroico de esta mujer que salió a la luz solo después de su muerte. Oculta a todas las miradas, oculta incluso a los más cercanos a ella, su vida interior estuvo marcada por la experiencia de un profundo, doloroso y constante sentimiento de separación de Dios, incluso de sentirse rechazada por Él, unido a un deseo cada vez mayor de su amor. Ella misma llamó “oscuridad” a su experiencia interior. La “dolorosa noche” de su alma, que comenzó más o menos cuando dio inicio a su trabajo con los pobres y continuó hasta el final de su vida, condujo a Madre Teresa a una siempre más profunda unión con Dios. Mediante la oscuridad, ella participó de la sed de Jesús (el doloroso y ardiente deseo de amor de Jesús) y compartió la desolación interior de los pobres.
Durante los últimos años de su vida, a pesar de los cada vez más graves problemas de salud, Madre Teresa continuó dirigiendo su Instituto y respondiendo a las necesidades de los pobres y de la Iglesia. En 1997 las Hermanas de Madre Teresa contaban casi con 4.000 miembros y se habían establecido en 610 fundaciones en 123 países del mundo. En marzo de 1997, Madre Teresa bendijo a su recién elegida sucesora como Superiora General de las Misioneras de la Caridad, llevando a cabo sucesivamente un nuevo viaje al extranjero. Después de encontrarse por última vez con el Papa Juan Pablo II, volvió a Calcuta donde transcurrió las últimas semanas de su vida recibiendo a las personas que acudían a visitarla e instruyendo a sus Hermanas. El 5 de septiembre, la vida terrena de Madre Teresa llegó a su fin. El Gobierno de India le concedió el honor de celebrar un funeral de estado y su cuerpo fue enterrado en la Casa Madre de las Misioneras de la Caridad. Su tumba se convirtió rápidamente en un lugar de peregrinación y oración para gente de fe y de extracción social diversa (ricos y pobres indistintamente). Madre Teresa nos dejó el ejemplo de una fe sólida, de una esperanza invencible y de una caridad extraordinaria. Su respuesta a la llamada de Jesús, “Ven y sé mi luz”, hizo de ella una Misionera de la Caridad, una “madre para los pobres”, un símbolo de compasión para el mundo y un testigo viviente de la sed de amor de Dios.
Menos de dos años después de su muerte, a causa de lo extendido de la fama de santidad de Madre Teresa y de los favores que se le atribuían, el Papa Juan Pablo II permitió la apertura de su Causa de Canonización. El 20 de diciembre del 2002 el mismo Papa aprobó los decretos sobre la heroicidad de las virtudes y sobre el milagro obtenido por intercesión de Madre Teresa.